Avalon y el equilibrio femenino-masculino -1ªparte

Avalon ya está aquí, Avalon ya es. Antes de viajar a Glastonbury, oía esta doble afirmación y pensaba que quizás, cuando llegara a la “Isla de las manzanas”, iba a ser capaz de ver con mis propios ojos a los seres de sexta dimensión que habitan en la ciudad etérica, porque si Avalon ya es, lo normal es que podamos distinguirla con alguno de los sentidos ya desarrollados o, al menos, percibirla con los supra sentidos que estamos activando durante el proceso de ascensión.

Ya había estado en la ciudad física sobre la que se sitúa Avalon en 2019. Glastonbury, en Somerset (Inglaterra), me pareció entonces, y bajo el estado de conciencia que tenía en esos momentos, una ciudad mágica donde los cuentos de hadas se hacen realidad. En esta ocasión, viajaba para conectar con el Avalon donde se vive en la dimensión del amor incondicional y de la unidad, y eso fue lo que solicité al Cielo, con toda la inocencia y pureza de un corazón entregado.

En todo viaje iniciático aparecen resistencias, pruebas y señales desde el primer día, y en esta ocasión no podía ser de otra manera. En el aeropuerto de salida, Bilbao, los “duendes” se encargaron de hacerme desaparecer el libro en el que llevaba intercaladas las hojas con la información recabada para el viaje, incluyendo un mapa con los sitios sagrados y las líneas ley que los atraviesa, además de los trabajos espirituales que quería llevar a cabo. Primera prueba: enfréntate al vacío y déjate llevar.

The Holy Thorn

Ya anochecía cuando llegamos al hotel, pero nuestra emoción nos hizo salir casi inmediatamente y recorrer los 10 minutos a pie que nos distanciaban del centro de Glastonbury. De noche no hay actividad alguna, salvo en los pubs, y la ciudad nos recibió con una quietud atípica en un lugar tan frecuentado durante el día.

St John´s Church y su magia envolvente durante la noche.

Nuestros pasos nos llevaron hasta el jardín de entrada a la Iglesia de San Juan el Bautista, St John´s Church. Cuatro años antes no pudimos conocerla porque estaba en obras y yo, especialmente, tenía un llamado muy fuerte de ese lugar. Me dirigí de forma casi automática hacia los pequeños árboles situados en el lateral izquierdo. Acerqué mis manos y mi cara a las ramas de uno de ellos y, en ese preciso momento, comencé a sentir a Avalon. Las lágrimas empezaron a asomar en mis ojos sólo por la frecuencia que emitía el amado hermano árbol, que, justo delante, y sin yo haberlo visto, era presentado en un cartelito como “Holy Thorn”, espino sagrado.

El espino sagrado de José de Arimatea nos dio la bienvenida.

Según la leyenda, una rama de espino blanco conformaba el bastón que José de Arimatea, tío de Yeshua y sabio miembro de la familia crística, ancló en la colina por donde entró a Avalon, junto a otros hermanos de la comunidad cristiana primitiva, para crear lo que fue después la primera iglesia cristiana de Reino Unido. Esa colina, una de las puertas de acceso a la ciudad, resultó ser la colina que veíamos desde las ventanas de la habitación de nuestro hotel y que sentí el deseo de subir ya la primera noche, sin saber que era WearyAll Hill, el lugar de llegada de la familia de Yeshua y sagrado lugar de anclaje de la frecuencia crística.

Bride´s Mound, el templo de la Diosa y el Sagrado Femenino

Sin nada programado, pero todo guiado. Y así quedó claro desde nuestra llegada. A la mañana siguiente, no sabíamos adónde dirigirnos primero. Me vino al corazón, que no a la cabeza, visitar otro de los lugares que nos quedó pendiente del viaje de 2019: Bride´s Mound. Lo busqué en Google Earth y, oh sorpresa, quedaba a tan sólo 15 minutos caminando desde nuestro hotel. Allí nos dirigimos, pero no es un sitio bien señalizado, así que dimos un par de vueltas por el polígono industrial que, según el satélite, había que atravesar, antes de dar con un discreto cartel al comienzo de un camino entre verdes parcelas. Era una mañana de templados rayos de sol, así que nuestra alegría era grande mientras caminábamos hacia el bello y escondido paraje llamado el montículo de la novia. ¿A qué novia podría referirse?

El pequeño cartel que te indica el camino a Bride`s Mound.

Los cardos escoceses y las múltiples variedades de flores nos dieron la bienvenida a la pequeña colina donde encontramos una placa con una cruz celta, a la cual estaba atado un cordel rojo. Allí, mi hermana del alma y yo unimos las manos, y agradecimos el recibimiento de la comunidad femenina, cuya energía es tan palpable en el lugar. Fuimos reconocidas como hijas de la Diosa e invocamos a Brigid y a María Magdalena, justo en el punto donde dice la historia que hubo una capilla dedicada a María Magdalena que, años después, fue rededicada a Santa Brígida, la santa de origen irlandés que permaneció varios años en la zona, allá por el año 488 después de cristo.

Mi amada maestra del Amor, María Magdalena, se hizo presente desde el primer día y, aunque en este peregrinaje no fue la energía del Sagrado Femenino la que predominó, siempre estuvimos sostenidas por la hermandad que es tan evidente en Glastonbury, chakra corazón del planeta, y tierra de culto a la Diosa.

En este punto, la leyenda cuenta que hubo una capilla dedicada a Magdalena.

Aunque bride en inglés se traduce como novia, se dice que el nombre de la pequeña colina proviene de Bride, Brigid y Brighde, la Triple Diosa de los celtas. Bride es conocida como la guardiana de los pozos y fuentes, y si hay algo que abunda en Glastonbury son los pozos y las fuentes, por las que es mundialmente conocida. Es en sus aguas donde se codificó la energía vibracional llevada por Yeshua, María Magdalena, José de Arimatea y Madre María en sus viajes a Britania hace dos mil años. Y esa esa vibración la que convirtió las aguas de los pozos de Chalice Well en agua eternamente sanadora.

Sin haberlo organizado, comenzamos nuestra ruta en una de las siete puertas de entrada a Avalon, un hermoso lugar consagrado al Sagrado Femenino poco frecuentado y, por ello, aún más especial.

La cruz que simboliza a Brigid aparece desdibujada.

Desde Bride´s Mound emprendimos el paseo hasta el centro del pueblo. Nuestra siguiente parada era el Templo de la Diosa, parada obligatoria para todas las sacerdotisas que caminan en el sendero femenino. Sólo su ubicación ya es un deleite para los sentidos: un pequeño patio circundado por bellas tiendas en el cual cada rincón es una sorpresa. Abre de 12 a 16 horas y en el interior de su pequeña sala todo gira en torno al panteón de las diosas que las leyendas sitúan en Avalon. Este pequeño y concurrido templo es uno de los puntos neurálgicos de Glastonbury.

Escalera de acceso al Goddess Temple.

A veces es difícil encontrar un hueco para sentarte en el suelo en torno al altar principal dedicado a la Dama de Avalon, cuya figura domina el mural donde se expone el reino místico de las manzanas. Sentarse en silencio, meditar, tomar alguno de los oráculos o, simplemente estar, es un placer para el alma, que se deleita en el arrullo de la bonita vibración que crean los seres que allí se citan.

Todo en Goddess Temple emana ternura.

No dejamos pasar la oportunidad de sacar una cartita que nos guiara durante nuestra estancia, y, allí, frente a ella, la Dama de Avalon me susurró:

¿Vienes a mí limpia como una patena, hermana diosa? ¿O confías sentir aquí la limpieza del alma para continuar andando en tu camino de perfección?

No soy la Dama perfecta ni la aguadora que limpia. Quien acude a mí en este templo tiene su propio don, y enseguida comprendes que lo que dejas, que lo que traes, es igual de valioso que lo que llevas de lo que aquí existe en unidad.

El neutro se logra en la perfección del alma que avanza hacia el camino del centro.

Mira a un lado y a otro. ¿Qué ves? ¿Ves perfección absoluta en los rostros y cuerpos que ante mí se inclinan? No, ¿verdad? No soy la perfección en Tierra, soy el embrión de la perfección en el alma de cada ser que ante mí se postra.

Y mira en tu corazón abrigado de amor para ver que tu camino es igual de perfecto que el de todas las hijas de la Diosa. Cada una porta ese embrión femenino que así se deleita en la sagrada armonía del Templo. Todas somos y todas seremos.

Ve en paz, hermana.

Lady of Avalon”.

Después de la bienvenida de la Dama de Avalon a “sus hermanas”, pusimos rumbo a la torre más mágica y enigmática del planeta, Tor. No, Tor no es la abreviatura de Tower (torre), sino el nombre que en el oeste del país se da a la colina. La magnífica torre que domina el horizonte nada más aproximarte a Glastonbury es parte de las ruinas de la segunda iglesia dedicada a San Miguel, que reemplazó a la primera, destruida por un gran terremoto en 1275. La segunda fue demolida en 1539, pero la torre sobrevivió. Es esta torre la que ocupa la cima de una colina de 150 metros, formada naturalmente en el borde de la ciudad de Glastonbury.

El sol nos acompañó a subir Tor el primer día.

Dejando de lado su formación, la colina de Tor es en sí misma un islote que sobresale de las praderas, uno de los islotes de los siete que conformaban el reino de Avalon y ese reino, que ha inundado las leyendas, historias y cuentos, fue real, tan real como lo es hoy en día, cuando empieza a ser visible para los que han elevado su conciencia.

En ese reino, no existe la muerte, porque las almas saben que son eternas, y todo es unidad y amor incondicional. El más cercano de los paraísos humanos se sitúa etéricamente sobre Glastonbury, y Tor es uno de los portales a través de los cuales podemos acercarnos a él.

Subimos la colina embriagadas por el sol de la tarde. Ya conocíamos los senderos, así que fue fácil encontrar el camino principal de ascenso. La sorpresa fue encontrarnos con unos hermosos caballos pastando tranquilamente al adentrarnos en Chalice Hill, un camino que sigue la antigua ruta romana hacia Tor.

Los hermanitos equinos nos sorprendieron en el camino.

Mientras ascendíamos, el cielo se cubrió de gris y la imponente torre de San Miguel quedó recortada entre las oscuras nubes, adquiriendo un aspecto aún más impactante. En lo alto de Glastonbury Tor siempre corre un intenso viento. Allí todo se siente con esa intensidad, especialmente en el centro del torreón abierto al cielo, donde los druidas dicen que vive una poderosa diosa a la que no le gusta que ocupen el espacio por mucho tiempo.

El punto interior de la torre rara vez está desocupado, porque la sensación es tan poderosa que toda persona que accede hasta Tor. de forma inconsciente o muy consciente, se detiene en el mismo centro. Aunque yo, desde que sé lo de la gran diosa druida, procuro no demorarme más de un minuto en ese inmenso portal. En esta ocasión, me descalcé para sentir bajo mis pies la sagrada tierra y rodear descalza el perímetro exterior.

Cuando llegamos a la Torre ya el cielo se había cubierto.
El interior de la torre es un portal interdimensional.

Era la primera visita a Tor, y sabíamos que sería el núcleo de nuestro viaje. Bajamos por el sendero que conduce a White Spring, donde en las tardes se suele acumular mucha gente llenando bidones del agua que emana de la fuente roja y la fuente blanca.

Dimos el día por terminado visitando a toda prisa alguna de las tiendas de la calle principal. En Glastonbury todo cierra entre las 5 y las 6 de la tarde, así que hay que tenerlo muy presente para poder hacer lo que, normalmente, en España, puedes hacer hasta las 9 de la noche. Allí, lo único abierto después de las 6 son los pubs.

St John´s Church y WearyAll Hill, la huella de la familia crística

En nuestro segundo día, teníamos muy claro cuál sería el primer lugar a visitar: la deliciosa capilla de St Margaret y el asilo de peregrinos de María Magdalena, en Magdalene Street. A primera hora ya estábamos delante del laberinto de pie que se encuentra en la entrada. Como en nuestra primera visita, nos detuvimos a recorrerlo con el dedo para entrar en la frecuencia de recogimiento a la que te lleva todo laberinto.

Recorriendo el laberinto de pie en la entrada a St Margaret´s Chapel.

La energía que se palpa en el hermoso jardín florecido es embriagadora. Siempre se respira silencio en este sagrado lugar, cuyos edificios fueron construidos en el siglo XI, cuando el pueblo era un importante destino de peregrinación. Se erigió como el hospital de Santa María Magdalena, con una capilla pagada por la reina Margarita de Escocia, y su bello jardín estaba ocupado, en el siglo XVI, por una parte del hospicio. Ahora todo allí supura paz.

La pequeña capilla donde se venera a Margarita de Escocia y a María Magdalena.

En el interior de la capilla, bajo la advocación de Santa Margarita, la sencillez de sus paredes blancas y de su pequeño altar te invita a la meditación. Aunque la capilla lleve el nombre de la santa y reina escocesa, es a María Magdalena a quien se rinde culto. Su icono, a los pies del altar, sobre el suelo, preside la capilla y son muchos los grupos de hermanas que se reúnen allí cada año convocados por su devoción a la maestra del Amor. Meditaciones grupales, cánticos, ofrendas y rituales se suceden en este pequeño templo, donde también mi hermana y yo encendimos una luz para invocar la guía del Cristo femenino.

Ante el icono de María Magdalena encendimos nuestras velitas.

Allí sentadas, María Magdalena habló a pequeñas dosis, mientras meditábamos:

La hermandad que se resiste a hermanarse no puede seguir el camino trazado”.

Los que callan ante su verdad permanecen en un silencio que perturba a su alma y los conduce a un sinsentido de vida. No dudes en hablar lo que viene de tu corazón y filtra al ego que perturba”.

El canto más elevado es el de tu corazón y resuena en el pecho aunque no salga de la boca”.

Tras recibir estos escuetos y contundentes mensajes, decidí salir de la capilla, ya que empecé a sentir mucha densidad, algo que ya he experimentado que ocurre en los lugares y templos con mucha concurrencia de peregrinos, donde la devoción se palpa en las velas ofrendadas, y en los cuales se organizan meditaciones, cánticos o prácticas espirituales de cualquier tipo.

Nos despejamos con la alegría y el bullicio de High Street, antes de entrar en otro de los templos destacados de Avalon, el de St John, San Juan el Bautista. Fue lo primero que vimos la noche que llegamos y ahora queríamos empaparnos de él durante el día. Nada más acercarnos a la puerta lateral de entrada vimos que era una iglesia diferente. Dos enormes esculturas de madera de voluptuosos rasgos femeninos dan la bienvenida a una sala abierta en la que, oh sorpresa, hay mesas y sillas para personas que charlan tomando té. Sí, en el interior de una iglesia, y es de lo más normal.

St John´s Church sigue el concepto de open church.

Claro que mayor asombro nos causó ver que en la capilla lateral derecha hay montada una preciosa guardería con todo tipo de juegos. Ah, lo mejor fue ver salir al joven párroco de la sacristía con un enorme perro atado a su cintura, con el cual se paseaba por todo el recinto mientras charlaba con unos y con otros y que pude comprobar es, literalmente, un ángel con cuatro patitas. Este es el claro ejemplo de lo que en Inglaterra llaman open church.

El joven párroco con su adorable compañero.

Me detuve a mirar con detalle cada altar, todos sencillos, sin ornamentación casi. En la iglesia de San Juan, lo destacado son las vidrieras y, en ellas, ocupando un lugar predominante, María Magdalena a los pies de la cruz. Aunque hay otro protagonista destacado, el venerado José de Arimatea, cuya leyenda en Glastonbury es muy reconocida. El altar más peculiar del templo está dedicado al tío de Yeshua, quien conocía bien la zona por sus múltiples viajes comerciales, y adonde volvió tras la crucifixión para crear, en el año 63 de nuestra era, la más antigua iglesia cristiana de Gran Bretaña. Bajo su imagen en el vitral, una sencilla cruz de madera sobre una manta con los colores del arcoíris donde todo el que lo desee puede dejar escrito sobre un colorido corazón de papel lo que su alma quiera expresar.

Altar y vidriera dedicada a José de Arimatea.

Así lo hice yo también, después de recibir este mensaje:

Lo que te aflige, déjalo aquí. Ponlo a mis pies y mira luego tu eterno sol, que resplandece cada día más a medida que sueltas el ego anterior”.

Al salir de la iglesia ya me sentía más ligera, así que de la manera más natural me adentré en el laberinto druida excavado en el jardín de la fachada principal para viajar a mi interior danzando con la música improvisada de un artista callejero. En Glastonbury, como en todo lugar sagrado, no existe más que la esencia del ser y esa es la que sale a relucir en cada gesto, en cada palabra, en cada sonrisa. Danzar el laberinto a plena luz del día, en la calle, descalza para sentir más profundamente los iones de la tierra, y ante la mirada de la gente, es algo que la mente no se detiene a pensar. Sólo ocurre.

Honrando la sabiduría del milenario laberinto druida.

Llegaba la hora de comer, así que nos dirigimos al café vegano que se convertiría en nuestro punto clave para reponer fuerzas, en uno de los bonitos y coloridos callejones que llevan de High Street al St John’s parking. Todo es un placer para los sentidos en Pyramid Vegan Cafe, desde las tartas y los platos combinados hasta la terraza cubierta y el jardín exterior.

Paseando por los callejones del lateral opuesto de High Street descubrí un cartel que anunciaba una exposición de Cheryl Yambrach Rose. Qué gran regalo para mi alma poder apreciar in situ la obra pictórica de la autora referente para quienes seguimos la huella de María Magdalena, y a la que admiro desde hace años porque sus imágenes aparecen en cada uno de los talleres que imparto. No podía creer que fuera a conocer sus últimos trabajos, pero aún me resultó más emocionante saber que podía conocerla en persona.

Su exposición, titulada Avalon Visions, ocupaba una pequeña sala en Glastonbury Galleries. Mi hermanita del alma y yo entramos en la habitación, completamente vacía a primera hora de la tarde, y la recorrimos en un silencio expectante ante la mirada de Cheryl y su marido. Confieso mi nerviosismo por estar tan cerca de la autora, pero aún así me lancé a decirle lo mucho que admiraba su trabajo. Cheryl es tímida y la rodea el aura pura de una persona canal. Habla en un susurro y su delicadeza es palpable aún en la distancia. Nos animó a tomar alguna carta de los oráculos que tenía ante sí, algo que hicimos con mucho placer (nos encantan los oráculos, ¿verdad hermanita?).

Exposición Visions of Avalon de Cheryl Yambrach Rose.
«Tú la ves, y ella te ve a ti».

Antes de marchar, le comenté cual era la pintura que más me había atrapado: “Santuario del Desierto”. En ella, una contundente María Magdalena aparece en un primer plano, mientras Yeshua se desdibuja detrás. “Parece que me mira”, le dije a Cheryl. “Tú la ves, y ella te ve a ti”, me respondió. Salí envuelta en una nube de felicidad.

Ya se había hecho la hora de cierre, así que decidimos terminar la jornada en WearyAll Hill. Recordábamos como llegar allí, y subimos decididas Hill Head bajo un tibio sol vespertino. Deseábamos volver a ver el milenario espino de José de Arimatea, pero al llegar a lo alto de la suave colina descubrimos que ya no existía. En el lugar, unas zarzas con lacitos de colores recuerdan que allí se hundió en la tierra el cayado del tío de Yeshua y milagrosamente echó raíces y floreció para mostrar al mundo que nacía la Nueva Jerusalem en Avalon, la Tierra de las Manzanas.

Nos sentamos allí mismo, para embelesarnos en torno a este poderoso símbolo y contemplar la extensión de la legendaria Avalon, bien acompañadas, eso sí, por las atrevidas ovejas que pastaban en la colina.

Ya sólo quedan zarzas con lazos donde estuvo el espino original en WearyAll Hill.

Mientras caía el sol, observamos como un pequeño grupo de personas alcanzaba nuestra posición. A pocos metros, ya podíamos distinguir su bonita vibración, así que al pasar a nuestro lado saludamos con una bendición. Se produjo entonces un hecho mágico, uno de esos reencuentros de almas antiguas que marcan un antes y un después. El hombre que formaba parte del pequeño grupo se sentó a mi lado y comenzamos a descubrirnos a través de la mirada. Nunca hay encuentros fortuitos, y después de una hora y media de charla, a la que se sumaron las otras dos integrantes del grupo, nos reconocimos como una familia de hermanos y hermanas del Camino del Amor. Tobías, Helen y Christine fueron los presentes más bendecidos que recibimos en Avalon.

Desde WearyAll Hill hay una panorámica impresionante de Glastonbury.

Al bajar de Wearyall Hill por el lado contrario al del ascenso, hallamos un bonito sendero que nos dejó justo al lado de nuestro hotel. Fue en ese momento cuando se me reveló la causa de mi necesidad imperiosa de subir aquella loma desde la primera noche. Estábamos alojadas justo al lado del sagrado portal de entrada a Avalon, el lugar de llegada de José de Arimatea, Yeshua, Madre María y María Magdalena.

(Continúa en la 2ª parte)

Los regalos de Avalon (2)

Nuestra siguiente parada era la Abadía. Al bajar de Wearyall Hill, nos adentramos en la pequeña zona comercial de Glastonbury buscando el camino más fácil de llegar al centro. Nos desorientamos un poco, pero ese breve deambular nos hizo toparnos con un maravilloso y enorme hermano árbol que pensamos era un anciano roble. Sus dimensiones eran inmensas, y allí estaba, justo al lado de un centro comercial, como si quisiera recordarnos que pese al desarrollo urbanístico de la ciudad, ellos, los árboles, siguen siendo sus más antiguos pobladores. Es más, Glastonbury esconde en las calles menos transitadas los más sorprendentes y bellos ejemplares de la naturaleza. Nuestra Jessie tiene a un oculto tejo como su árbol favorito de todo Glastonbury.

Una bonita luz de mediodía nos acompañó en el recorrido de la legendaria Abadía, el complejo cristiano más antiguo de Gran Bretaña, donde se dice que José de Arimatea fundó la primera iglesia cristiana y donde están enterrados el Rey Arturo y su amada Ginebra.

Nada más entrar en el complejo de 14,5 hectáreas, una pequeña capilla, la de San Patricio, nos invita a pasar. Es sencillo su altar, con una linda vidriera, pero lo que llama la atención es la pared opuesta, en la que aparece pintada una mujer de cabellos rojizos de la que parten seis lazos rojos con un dragón en cada uno de los extremos.

Me hizo reflexionar esta imagen, porque me gustaba mucho la mujer en sí, pero me provocaban malestar los pequeños dragones. Al leer la leyenda que la acompaña, entendí. Representa a la María Magdalena pecadora de la iglesia católica. Los dragones simbolizan seis de los pecados capitales, mientras que ella misma es el séptimo al portar el orgullo. Gracias al Cielo, esta representación de María Magdalena está siendo reemplazada por la verdadera, la de la mujer amada de Jesús que continuó con su misión sagrada de trasmitir el Camino del Amor, porque estamos en el tiempo en el que la verdad es desvelada.

Siguiendo el recorrido trazado, nos encontramos con la Santa Espina, un pequeño espino blanco, descendiente de aquel que trajo José de Arimatea, y que ya habíamos honrado en Wyrall Hill (así también se nombra a la colina).

En un amplio terreno de verde césped, las ruinas de la Abadía nos hacen sentir minúsculas ante lo que fueron sus desproporcionadas dimensiones. Fue la más rica de Inglaterra y, sin duda, la de mayor tamaño, de hecho figura en el mapa del mundo realizado por Mateo de París en 1250.

Se puede conocer cada dato en la visita guiada que hacen los monjes del monasterio de la Abadía, pero yo decidí dejarme llevar por mis sensaciones y apartarme de esta visión tan oficialmente católica. Entré sola en la Lady Chapel o Capilla de Nuestra Señora, en cuyos arcos aparecen esculpidas rosas abiertas, la flor de la Madre, de la diosa, la flor del amor.

En su interior, todo es sencillez, todo parece seguir una pauta minimalista. Hay bancos de madera que se ubican en soportales de piedra. La energía es limpia, suave y amorosa y, de nuevo, las lágrimas brillaron en mis ojos, al sentir la luz de lo Femenino Sagrado. Sabía que en algún lugar de esta mágica capilla estaban esculpidos los nombres más sagrados para mi corazón: Jeshua y María Magdalena. Los busqué dando vueltas por todos lados, pero no, no los hallé en el interior.

Salí en dirección a la tumba del rey Arturo, justo entre las dos monumentales paredes que se mantienen en pie como creando un portal. Una rosa roja reposaba debajo del cartel que explica que a allí se trasladaron, en 1278, los huesos que fueron encontrados en el lado sur de la Lady Chapel en el año 1191. No sé que pensaría un rey pagano como Arturo al saber que sus huesos se veneraron en un templo católico, lo que si es cierto es que la grandiosidad del lugar es propia de un rey como lo fue él.

Paseé admirada por los bellos parques, atravesando el huerto de manzanos y los huertos de plantas y hierbas de estilo medieval, hasta volver a la Lady Chapel, el lugar que más me hacía estremecer. Quería enseñársela a mi amiga-ángel, Andoliñe, y, justo cuando entrábamos por la puerta sur, los encontré.

Allí, grabados en la fachada sur estaban los nombres: Jesvs, Maria. Y volví a emocionarme hasta las lágrimas al colocar mis manos sobre las inscripciones. Los nombres de los amantes sagrados juntos, como debe ser, como fue, como será para toda la eternidad.

Dejamos la Abadía agradecidas por haberla disfrutado con sol y un bonito cielo azul, y con un sentimiento de alegría serena.

Cambiamos la orientación cristiana para adentrarnos en la esotérica al entrar en el Goddes Temple, uno de los lugares más simbólicos de Glastonbury, donde se adora y honra a la diosa del corazón. Es una bonita sala atendida por voluntarios, donde se reúnen todos y todas aquellas que buscan la bendición de las diosas. Un pequeño tippie cubierto de tela roja y con un altar en el que figura una dama de rojo representa el útero materno, allí donde todo es fuerza que da vida y donde todo se crea. Otro altar, esplendoroso y hermoso, refleja a la dama de Avalon.

En torno a ella, y con una maravillosa música de fondo, nos sentamos en silencio junto a otras mujeres. No recuerdo el tiempo que estuvimos allí, pero sí el estado de calma y serenidad que sentí durante nuestra estancia. Antes de abandonar el Templo de la Diosa, nos abrazamos todas y, de frente al altar, dimos gracias en un gesto de hermandad que me hizo emocionarme.

Volvimos a las calles. Queríamos visitar algunas de las múltiples tiendas, todas preciosas y repletas de imágenes, piedras, símbolos y joyas que nos encantaban. ¡Es tan peculiar el ambiente de Glastonbury! Como nos habían dicho, allí encuentras de todo, desde lo más mágico y luminoso a lo más mundano y gris.

Nos sentamos en un banco frente a la Iglesia de San Juan Bautista (lamentablemente cerrada a causa de unas obras de reforma, lo que nos impidió recorrer el laberinto que hay a su entrada, en el césped) y nos dejamos envolver por el ambiente alternativo de la ciudad, mientras picábamos un poco de comida.

Se hacía tarde y queríamos ir a White Spring antes de que cerrara (está abierto de 13 a 16,30 horas). La Fuente Blanca o de la doncella es uno de los lugares sagrados más especiales de Glastonbury. Situada en una calle lateral al Chalice Well, White Spring parece un edificio poco cuidado en su exterior, pero, una vez te adentras en la gruta, pierdes la conciencia de lo que queda fuera para sumergirte en un templo donde la diosa vuelve a reinar. Un intenso olor a incienso te da la bienvenida desde el pequeño altar que se encuentra en un borde de la circunferencia  de mayor tamaño de la fuente.

No se pueden hacer fotos en el interior de la Fuente Blanca, y es casi imposible trasmitir el ambiente sagrado que se respira allí. No hay un silencio absoluto, porque en una gruta pequeña se reúnen por momento muchas personas para, o bien meterse en la helada agua de los dos estanques principales, o bien meditar, cantar u orar en los rincones laterales donde se concentran las velitas.

Mi vela quedó ante la maravillosa imagen que muestra unas manos que te ofrecen una hermosa llamarada que yo sentí como la llama del corazón, justo al fondo de una especie de tienda.

Bañarse en el agua helada del manantial blanco es todo un rito de consagración, y sólo apto para valientes o personas con muchas calorías en el cuerpo. Yo  lo intenté, pero sólo alcancé a adentrarme hasta la altura de la pantorrilla y dar una única vuelta a la fuente. Mis valientes compañeras se bañaron, enteritas, así que quedaron purificadas, y totalmente consagradas a la diosa doncella, como antiguamente quedaban las sacerdotisas de Avalon.

Mientras nos secábamos, un hombre se situó en el centro del círculo mayor y entonó algunos mantras, proporcionando un ambiente aún más mágico a la cueva. No fue el único. Dos lindas mujeres llegaron también entonando canciones de alabanza. Todo parecía de otro mundo.

Mientras esperaba a que mis amigas terminaran de vestirse, entró en el manantial una mujer a la que ya había visto en varias ocasiones durante el día. Nos miramos y dijimos de forma simultánea: “Tú, otra vez”. Creo que fue un reconocimiento de almas, una conexión de energías. Intercambiamos varias palabras en inglés para darnos a conocer. Ella, holandesa, pero de nombre húngaro y origen germano. En Avalon, los encuentros son mágicos.

Llegaba el turno de Chalice Well. Queríamos disfrutar sin prisas del más amado pozo sagrado de Gran Bretaña. Desde abril hasta octubre abre de diez de la mañana a seis de la tarde. El Pozo del Cáliz constituye el chakra corazón de la Tierra, es un lugar de sanación, un lugar para aproximarse a lo divino, y cada una lo quiso sentir y honrar en soledad.

Cumplimos con el ritual de subir desde la piscina Vesica hasta el santuario donde está el pozo sagrado y volver a bajar, para después, con la conciencia abierta y presente en el lugar, comenzar de nuevo, desde el principio, el recorrido.

Justo después de la primera piscina donde el agua describe una figura de ocho y cae a través de siete recipientes, se hallan los dos impresionantes tejos que conducen a los senderos interiores.

Los rodeé haciendo un círculo para unificar sus energías, una polaridad y otra. Emoción de nuevo al abrazar estos hermosos árboles y unir mi mejilla a sus troncos.

Ascendiendo por el sendero desemboqué en el pozo del Rey Arturo. Su agua de color rojizo, rica en hierro, es sanadora, por lo que se ha utilizado para tratamientos como las terapias florales. Era una tentación sumergir los pies en el estanque, como hizo mi amiga Naiara, pero justo en ese momento empezó a llover.

Con la lluvia arreciando, el recorrido por el jardín tuvo que acelerarse. La siguiente parada fue en la fuente de la Cabeza del León, sólo para al menos beber un poco de su pura agua.

La idea era sentarnos a meditar en muchos de los rincones que Chalice Well ofrece, pero el agua lo impidió, así que seguimos hasta el más deseado de nuestros encuentros, el del santuario donde se ubica el Pozo del Cáliz, donde la tradición cuenta que José de Arimatea vertió un poco de la sangre de Jesús que portaba en la copa del grial.

Es el corazón del jardín, donde se absorbe la pacífica atmósfera del Chalice Well. La tapa que cubre el pozo contiene el símbolo conocido como Vesica Piscis, una forma de geometría sagrada que representa el perfecto equilibrio entre el cielo y la tierra, el espíritu y la materia. Con mucho respeto y conciencia pasé mis manos por los dos círculos que se entrelazan, atravesados por una espada que une un corazón con dos estrellas de seis puntas, el Cielo.

Tras ese momento de recogimiento, primero, y de dispersión después, por las fotos, llegaba la hora de dejar Chalice Well. Fue todo muy rápido, mucho menos intenso en lo emocional de lo que esperaba, pero fue bonito, y nos dejó una sensación muy dulce. Será el primer lugar donde expandirnos durante horas en la próxima visita.

Helena Felipe