Por fin, el sur de Francia (1)

Siempre había leído, y también escuchado, que, cuando sigues lo que consideras el propósito de tu alma, el motivo superior de tu encarnación, todo en el Universo se coloca para que alcances ese propósito. Esta esperanza, que he llevado unida a mi deambular por esta vida desde que a los 17 años comencé mi camino espiritual, se ha hecho tangible en varias ocasiones, pero, quizás, la más visible a mis ojos y, la más indudablemente real para mi corazón, ha tomado forma este mes de junio. Durante cuatro intensos y maravillosos días he viajado por los lugares sagrados del sur de Francia donde, hace 2.000 años, María Magdalena dejó impresa su huella, la energía crística de la que era depositaria.

Macizo de Sainte Baume, sur de Francia.

El pueblo de Saint Maximin donde se veneran sus supuestas reliquias, la gruta de Sainte Baume donde estuvo un tiempo refugiada, la playa de Saintes Maries de la Mer, adonde llegó acompañada del resto de Marías y nazarenos, la localidad de Rennes Le Chateau, donde todo es un misterio relacionado con ella y su linaje; han formado parte de mis estudios e investigaciones durante los últimos cinco años. Así que, estar allí físicamente, y no solo mentalmente, ha sido más que un sueño cumplido, ha sido una bendición del Cielo, un hermoso regalo por continuar el camino marcado por mi alma. Y ese es el camino hacia Magdalena.

Sé de muchas mujeres, y hombres, que, como yo, trabajan con ella, con la maestra ascendida María Magdalena, y que, como yo, han sido convocadas a su encuentro. Todas, tarde o temprano, acabamos visitando los lugares de Europa en los que predicó, tras su partida de Alejandría, donde primeramente recaló tras la partida de su compañero y amado, Jeshua. Vamos siguiendo su rastro, su estela de amor, de luz y sabiduría, con la intención de acercarnos más a ella, de recordar más fielmente quiénes somos y por qué estamos en esta misión.

En 2018, surgió una primera oportunidad de viajar al Languedoc y la Provenza, pero no era el momento, ni eran las personas con las que debía realizar un viaje así de mágico. Me entristecí por las circunstancias que rodearon la imposibilidad de ese deseado acontecimiento, pero María Magdalena me aseguró en ese momento que iría (yo lo veía casi como un imposible), que iría de su mano y que conmigo marcharían “los puros de corazón”, “al encuentro de las llamas gemelas”, y “solo con el corazón y la humildad, sin pretensiones de más que las de hallarnos”.

Cuatro meses después de recibir ese mensaje, se me presentó la ocasión. Me la brindaron tres seres de luz que trabajan al servicio de los demás desde hace muchos años en una preciosa herboristería de Albacete, de nombre Azahar. Después de impartir allí el taller Magdalena y Jesús: Amor Sagrado me invitaron a guiar el viaje que estaban organizando por el sur de Francia. Lo sentí como un gran regalo, como una señal de que estaba cumpliendo con el propósito de mi alma, y, por supuesto, acepté encantada, con mucha emoción, y con los nervios propios de tal responsabilidad.

El 20 de junio, un heterogéneo grupo de 24 personas, todas y cada una siguiendo una motivación personal y única, iniciamos la ruta hacia Magdalena desde la estación de trenes de Albacete. Y ahí dio comienzo una extraña aventura. Salíamos en autobús en dirección al aeropuerto de Madrid para tomar un avión rumbo a Marsella.

Todos juntos en el último día del viaje.

Íbamos emocionados, felices y excitados ante lo que teníamos por delante, así que, cuando a falta de unos 40 kilómetros para llegar al aeropuerto, se paró el autobús en Villarobledo, no le dimos mucha importancia. Era una avería seria, pero confiábamos en llegar a tiempo. Solo tenían que mandar otro autobús y listo. Pasaban los minutos inexorablemente. No había solución para la avería, y no llegaba el autobús de repuesto. No había suficientes taxis en el municipio para llevarnos a todos. Llegamos a pensar que perderíamos el vuelo, con lo cual tendríamos que trasladarnos hasta Marsella vía carretera y perder todo el día. Aun así, no cundió el desánimo. Había, más bien, sorpresa y un gran interrogante: ¿Por qué se nos ponía un obstáculo tan grande justo al inicio del camino?

Casi “in extremis”, llegó el segundo autobús. Nos quedaban 35 minutos para llegar a Barajas. También “in extremis” alcanzamos el vuelo, después de equivocarnos de terminal, correr exhaustos de la uno a la dos, pasar el control a toda velocidad, ante la estupefacción de los agentes, y pasarnos la puerta de embarque en varias ocasiones. Cuando nos sentamos en los asientos del avión, no dábamos crédito. El vuelo salía con retraso y eso nos permitió tomarlo. Visualizarnos bajando del avión en Marsella, con cara de felicidad y alivio, nos ayudó sin duda, y fue, exactamente lo que ocurrió. Gracias Estefanía por proponer esta práctica, y gracias a todos por no entrar en la vibración negativa y de queja.

Puse el pie en tierra francesa y me agaché a besarla. Detrás de mí, el ángel que me había llevado hasta allí, Alicia, hizo lo mismo. A la región de Marsella había llegado, dos mil años atrás, María Magdalena, en barca y con las personas más íntimas a su corazón. Nosotras lo hacíamos a través del aire, el elemento de esta era de Acuario que permite la comunicación y desvelamiento a escala mundial de los mensajes ocultos, y con el corazón abierto a integrar la luz de lo Femenino Sagrado que María Magdalena encarna.

Imagen de María Magdalena a la entrada de la Hostelería de Sainte Baume.

La primera parada era la hospedería de Sainte Baume, donde pasaríamos la primera de las cuatro noches. Otro autobús sería nuestro medio de transporte durante el viaje. A sus mandos, Juan, de Albacete para el mundo, el mejor chofer que nos podría proporcionar el Cielo. Con él, nos dirigimos, montaña arriba, y por una vía estrecha que dejaba al lado derecho unos considerables barrancos, hasta la hospedería de los dominicos, en la base del macizo de Sainte Baume. Llegamos con el tiempo justo de apreciar el hermoso paisaje, recoger las llaves de las habitaciones, y deshacer el camino para bajar hasta Saint Maximin. La visita a la gruta del “santo bálsamo”, en referencia al ungüento de María Magdalena quedaría para la mañana siguiente.

Hostelería de Sainte Baume regida por frailes dominicos.

Saint Maximin, a treinta minutos por carretera, era el núcleo poblacional más cercano a la montaña en cuya gruta encontró refugio María Magdalena de la persecución a los seguidores del nazareno.

Afirma la tradición de la zona, que poco antes de su muerte, Magdalena fue trasladada al convento de Saint Maximin, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el que era su íntimo amigo y primera autoridad cristiana de la comarca. Maximin había viajado con ella desde Judea y era su protector y confidente.

Los restos de la amada de Jeshua y líder de su iglesia del amor se mantuvieron en el convento hasta el año 716, cuando, ante la incursión de los musulmanes, se resolvió ocultar aquel tesoro, y más tarde, en el 745, enviarlos a Vézelay, en la borgoña francesa. Mantienen, ambas localidades, una pugna por las reliquias de Magdalena. En Saint Maximin dicen que las verdaderas son las que se encuentran en la cripta de su iglesia gótica, cuya obra comenzó en 1295, impulsada por Carlos II de Anjou, que 16 años antes dijo haber tenido una revelación de la mismísima Magdalena en la que le indicaba donde estaban sus huesos.

Fachada de la Iglesia de María Magdalena, en Saint Maximin.

Hasta allí nos encaminamos. La Iglesia de María Magdalena nos recibió, en una tarde calurosa y festiva, casi vacía. Ya casi era la hora del cierre (de nuevo, el tiempo jugaba en contra). En el lateral izquierdo, justo a la entrada, hicimos la apertura del viaje, todos en círculo y con la energía de la Maestra flotando a nuestro alrededor. No recuerdo las palabras que utilicé (normalmente nunca recuerdo lo que sale de mi corazón en las invocaciones y rituales), pero sí que tengo muy presente las que ella me susurró: “Bienvenidos a mi casa. Esperando para activar la rosa de vuestros corazones”. Me embargó la emoción y sonreí, porque estaba allí; independientemente de que la calavera que hay en la cripta de la iglesia sea suya o no, su energía sí que se sentía.

Nos movimos con independencia dentro del templo. Apenas había tiempo para nada, porque el sacerdote nos empezó a echar casi de inmediato (en Francia, la mayoría de templos cierran a las 19,30 horas pese a ser verano y haber bastante luz). La visita obligada era a la cripta donde se conserva el supuesto cráneo de María Magdalena, enmarcado en oro, y tras una verja iluminado por potentes focos. Particularmente, dudo de que sea suyo, a pesar de que esté flanqueado por el sepulcro de alabastro en cuyo interior se halló, allá en 1279, una tabilla de madera con la inscripción que rezaba: “Aquí yacen los restos de María Magdalena”.

Altar ante la supuesta calavera de María Magdalena, en la cripta de la Iglesia.

Lo más bello de este rincón es la estatua de Magdalena que hay justo a la entrada de la cripta: sencilla, con las manos entrelazadas, una hermosa mujer ante su tarro de alabastro.

Estatua de María Magdalena frente a la cripta.

Del resto de la iglesia, destaca el vitral principal. Debajo de una imponente cúpula, una gran paloma blanca, la Shekinah, el principio femenino, la conexión con el espíritu divino. Los cátaros confiaban en que el resurgimiento de los hombres nuevos ocurriera con el regreso de la paloma, María Magdalena, el Femenino Sagrado.

Cúpula de la Iglesia de Saint Maximin.
Gran paloma en el altar principal.

No pasaron desapercibidas para mí dos imágenes muy relacionadas con la misión de Magdalena: la de Juana de Arco y la de Teresa de Jesús. Ambas fueron mujeres que cumplieron con el propósito divino de trasmitir las enseñanzas verdaderas de Jesús y Magdalena. Ambas elevaron a la Humanidad al transmitir el Camino del Amor.

Todo el que llega a Saint Maximin lo hace guiado por la leyenda de María Magdalena. Un recorrido por las estrechas calles del barrio judío medieval y por sus recoletas plazas es suficiente, después de haber estado en la bonita basílica que se promociona como el lugar donde se encuentra “la tercera tumba más importante de la Cristiandad”.

Panel donde se informa de que aquí se encuentra la tercera tumba más importante de la Cristiandad.

De vuelta de nuevo a la hospedería, un establecimiento regido por la orden de los dominicos, decidimos aventurarnos en el bosque que la rodea ya entrada la noche. Estar a oscuras en plena naturaleza fue un ejercicio de mucha apertura. Sentir a los seres del bosque, a sus elementales, fue mágico, y con esa sensación nos fuimos a dormir.

2º DÍA: SAINTE BAUME Y SAINTES MARIES DE LA MER

La gruta de María Magdalena nos esperaba y nos apresuramos a bajar a desayunar bien temprano. Pero hete aquí que los frailes no madrugaban tanto, y hasta las ocho y cuarto no abrieron las puertas del comedor para el desayuno.

La escena fue un tanto surrealista. Dos dominicos flanqueados por dos chicas jóvenes se situaron a la cabeza de las mesas donde se ubicaba un exiguo desayuno, y con cara atónita, y un tanto mal humorada, observaban al grupo como si fuéramos una manada de animales. No tocaron nada de las mesas hasta que terminamos de servirnos. A cada pregunta nuestra, respondieron con una tajante indicación.

No vislumbré una sonrisa ni un gesto amable en ningún momento, así que me entristecí ante la “bienvenida” de unos frailes que están llamados a predicar el amor. Pero lo más triste, en lo referente a los dominicos, estaba por llegar.

Antes de iniciar el ascenso por el camino más cercano a la Hostelería.

Comenzamos a subir el camino que ascendía hasta la gruta de Sainte Baume con bastante retraso debido a la dilación en el desayuno. Lo hicimos en silencio y con atención plena para sentir la hermosa energía del bosque sagrado que nos rodeaba. Hayas, robles y tejos milenarios, de una dimensiones irreales, jalonan el sendero. Yo imaginaba a María Magdalena y a sus sacerdotisas recorriendo ese bosque, lugar donde se celebraban rituales desde los tiempos en los que estaba dedicado a la diosa Artemisa, y sonreía ante la belleza de la escena imaginaria. Allí compartía sus conocimientos con las jóvenes que iban a visitarla y llevarle alimentos, hablaba del amor y de la compasión, preparaba los aceites y ungüentos con las plantas que crecían en el bosque…

En silencio interior para impregnarnos de la energía del bosque sagrado.

Parábamos ocasionalmente para recoger una flor, una piedra que nos llamaba o una ramita, pero no nos reunimos hasta alcanzar la fuente que se halla a mitad del Camino Real, así llamado por ser utilizado por los reyes de Francia en su peregrinación hasta la Santa, durante la Edad Media. “La Source de Nans” es una fuente de agua viva, y allí, con el agua sagrada de la vida, bebimos para renacer como nuevas almas que pueden regresar al hogar. Fueron instantes de purificación y alegría para el alma y para el corazón.

Ritual en la fuente sagrada «Le Source de Nans».

Reiniciamos el ascenso con tanta energía que equivocamos el camino. De repente, empezó a hacerse más inclinado, más rocoso, más escarpado. El sol ya estaba alto y el calor dificultaba la tarea aún más. Al preguntar a un montañero que bajaba, nos dimos cuenta que esa no era la dirección a la gruta. Pero estábamos allí. Algo nos había guiado hasta la cima de la montaña, desde donde, casi sin aliento, nos maravillamos con el paisaje que se extendía bajo nosotros.

Panorámica desde la cima de la cueva de Sainte Baume.

Teníamos que alcanzar la gruta. Era nuestro principal objetivo, el lugar más importante de aquel viaje. Volvimos al Camino Real que desemboca en las escaleras que terminan en la puerta de entrada a la gruta. Un cartel recuerda que antes de los dominicos, el monasterio edificado en torno a la cueva, fue ocupado por los benedictinos y, originalmente, por los casinitas, quienes veneraban a María Magdalena.

Tras pasar el primer arco de entrada, aparecen de frente tres enormes cruces, representando la crucifixión de Jesús. No comprendo el porqué de esta escena en la gruta, salvo, quizás, por el deseo de la Iglesia católica de recordar el sufrimiento de María Magdalena ante la cruz.

En la pequeña plazoleta situada ante la puerta de la gruta, una magnífica escultura que muestra a Jesús en los brazos de su madre María y, abrazada a sus pies, una Magdalena que se asimila a la del cuadro de Boticcelli. Hermosa, rodeada de rosales, y dominando todo el valle.

Estatua en la pequeña plaza que da entrada a la gruta.

Una nueva puerta da acceso a la cueva, sagrada ya antes de que la ocupara por un tiempo María Magdalena, porque, como en todas las cuevas, había culto a la diosa. En todos los lugares donde está presente la energía femenina encontraremos elementos comunes: agua, marismas y un antiguo cristal lemuriano con geometría sagrada.

Sabía, por mis estudios previos, que en el interior de la gruta la iglesia católica había consagrado un altar, pero nunca pensé que se hubiese apoderado de tal forma de la cavidad del terreno sagrado de Sainte Baume.

Iglesia en el interior de la gruta de Sainte Baume.

A nosotras, lo que nos interesaba era la presencia de lo Femenino Sagrado en ella, y teníamos cierta prisa por sentarnos a meditar ante la imagen de Magdalena para que nos comunicase las razones de nuestra visita. Así que, obviamos la misa que se celebraba y, en completo silencio, y de forma respetuosa, nos dirigimos al lateral derecho por el que una escalera nos llevaba ante esa imagen.

Agradeciendo a María Magdalena en el interior de la gruta de Sainte Baume.

Ante ella, de nuevo bella y rodeada de paredes por las que el agua fluye lentamente, sentí una gran calma. Saqué mi libreta, y al ritmo de las gotas que caían, comencé a escribir lo que llegaba a mi alma. Ese instante de paz se vio, de pronto, resquebrajado por la voz alterada del párroco que habíamos dejado en la parte superior dando la misa. Gritaba en francés, así que ninguna lo entendía. Estábamos absortas en nuestra meditación y nos parecía una aparición aquel hombre de vestiduras blancas moviendo los brazos como un loco y profiriendo aquellos gritos (al parecer, consideraba una falta de respeto que hubiéramos entrado durante la misa). Lo miré estupefacta, sin inmutarme y seguí escribiendo. Traslado aquí lo que me susurró María Magdalena: “Lo que queda aquí no está en los símbolos. La energía del Amor de Dios-Diosa no tiene dueño ni se viste con hábitos. El silencio es igual de poderoso que el clamor de los corazones que me visitan. Hágase en ellos, en vosotros, la fuerza de la Trinidad, la luz del Amor Trino y la Sabiduría del Eterno que vive en cada uno de vosotros”.

María Magdalena: «Lo que queda aquí no está en los símbolos».

Intenté abstraerme de aquel episodio con el cura para continuar visitando la gruta. Buscaba el manantial de agua a la que se atribuyen muchas curaciones. Lo encontré detrás del altar, en el lateral derecho, rodeado de una verja que, por suerte, dejaba un orificio abierto. Otra verja, también caída, da paso a una cavidad más grande, justo en la parte trasera del altar, donde la energía es muy poderosa. Entré y puse mi frente sobre la roca para impregnarme de ella.

No pude disfrutar más de aquel enclave, tan emblemático para los que hemos sentido la llamada de María Magdalena. Íbamos con mucho retraso sobre el programa del día, y, sinceramente, mi decepción y tristeza ante la apropiación de los dominicos del lugar, me hicieron desear marchar de allí. Ni siquiera sentí el impulso de comprar nada en la tienda de souvenirs.

Puerta de entrada a la gruta de Sainte Baume.

Empecé el descenso a toda marcha, esta vez usando el Camino Real, el principal, por el que me crucé con un grupo de bonitas mujeres vestidas de rojo, con faldas y flores en el pelo. Hermanas sacerdotisas, qué alegría y belleza impondréis sobre el dogma católico de la gruta, pensé. Cuando vuelva, vestiré de rojo, en honor a la diosa, y cantaré a la María Magdalena sacerdotisa, a la compañera y amada de Jeshua, a la maestra del “Amor que no tiene dueño”.

Camino Real que asciende hasta la gruta de María Magdalena.

Durante la tarde nos esperaba otro lugar emblemático, Saintes Maries de la Mer, donde recalaron los barcos que transportaban a las Marías: María Magdalena, María Salomé y María Jacobea; y conocido por ese nombre en homenaje a las sacerdotisas nazarenas. Porque eso eran las Marías: mujeres que traían su sabiduría de los templos de Isis, que tenían conocimientos en sanación, en alquimia, en filosofía y astrología.

Y no llegaron a la zona de las marismas que rodean Marsella por casualidad, sino porque albergaba templos egipcios y esenios, templos en honor a la diosa Diana, junto al cual predicaba María Magdalena.

Nos agradó mucho el ambiente lúdico y un tanto alternativo de Saintes Maries de la Mer, una localidad de veraneo de la Camarga francesa con casitas blancas y de suaves colores y con callejuelas repletas de tiendas. Todas ellas, las callejuelas, desembocaban en la Iglesia de las Saintes Maries, de estilo románico y construida durante los siglos X, XI y XII. Sobre su sencilla puerta, un ancla y un corazón forjados en hierro, primera señal que me deleitó del templo.

Ante la puerta lateral de la Basílica de Saintes Maries de la Mer.

En su interior, mucha luz, simplicidad, y el mayor protagonismo para María Salomé y María Jacobea, representadas en una pequeña barca, cuyas reliquias (descubiertas en el siglo XV) se conservan en una arqueta. La leyenda dice que ambas se quedaron en el pueblo e hicieron brotar agua dulce de manera milagrosa. María Magdalena, pintada en un gran óleo, aparece sobre ellas, con su cabeza mirando hacia abajo, justo hacia sus compañeras.

Cuadro de María Magdalena sobre las imágenes de María Salomé y María Jacobea.

Es en su cripta, hecha en el siglo XV a raíz de la excavación para encontrar las reliquias, donde se celebra el culto a Santa Sara, patrona de los gitanos de todo el mundo, que el 25 de mayo acuden en peregrinación y la homenajean durante tres días. Es esta una imagen negra de la que fuera también compañera de las Marías. Sara La Khali era una mujer muy sabia y versada en medicina, ciencia, astrología y alquimia. Como virgen negra está asociada a la maternidad.

Me encantó el ambiente de devoción que se respira en la cripta de Santa Sara. Velas, ofrendas, pañuelos, flores y rosarios la inundan hasta casi quedar oculta.

Cripta de Santa Sara, Sara La Khali.

Sara, María Salomé y María Jacobea son llevadas en procesión hasta la playa donde aparecieron, y, precisamente, en la playa acabamos nuestra visita a Saintes Maries.

En la playa de Saintes Maries de la Mer, justo la tarde del Solsticio de Verano.

Era la tarde del solsticio de verano, el 21 de junio, y no quisimos desaprovechar la ocasión de purificarnos en el mar, en ese trocito de mar tan especial. Juntas, de la mano, saltamos las olas para limpiar, para soltar, para dejar atrás lo que ya no nos sirve. Esos pocos minutos los sentí como minutos de hermandad, de alegría y de inocente diversión. Qué bonito recuerdo guarda mi corazón.

Helena Felipe

Conectando con Magdalena, Madrid

Si algo se remueve en tu interior con la mención de su nombre, si tu corazón vibra al ver su imagen, si sientes muy cercana a María Magdalena, es porque ella y su amorosa energía están presentes en tu vida.

María Magdalena se acerca a los puros de corazón para elevar su conciencia.

Este es el tiempo para conocer la VERDAD sobre la amada, esposa y compañera de Jesús, y es el tiempo para que hable la maestra, el avatar femenino, la encarnación de la Diosa.

Magdalena y Jesús iniciaron juntos un Camino de Amor para que todos los seres humanos volviéramos a la esencia, al hogar, a la Fuente Suprema. Ambos, Femenino Sagrado y Masculino Sagrado, representan la Unidad hacia la que debe dirigirse la humanidad para continuar su ascensión. Este es el mensaje que subyace en sus enseñanzas.

Si deseas acercarte a Magdalena y despertar a su sabiduría, te espero con el corazón abierto el 27 de abril en RINCÓN DE SANACIÓN, donde impartiremos los talleres MAGDALENA Y JESÚS: AMOR SAGRADO y MAGDALENA TE LLAMA.

En el taller MAGDALENA Y JESÚS: AMOR SAGRADO:

– Conocerás quién era realmente la mujer que ha sido considerada prostituta, pecadora y penitente.
– Descubrirás el significado de su unión con Jesús, su esposo y compañero.
– Recorrerás la historia de su culto en Europa a través de los cátaros, los templarios y el Priorato de Sión.
– Accederás a su sabiduría, la sabiduría femenina que nos llama a despertar en nuestro corazón.
– Econtrarás el mensaje que ella, Magdalena, tiene para ti en la meditación en la que la invocaremos.
En el taller MAGDALENA TE LLAMA:
– Conocerás los textos atribuidos a Magdalena.
– Accederás a la sabiduría femenina, gracias al trabajo con los laberintos, esas especiales formaciones utilizadas por las sacerdotisas desde la antigüedad.
– Conectaremos con nuestro abdomen, lo que Magdalena llama nuestro guía interno, para nutrirnos.
– Aprenderemos a vivir en el amor que predica la maestra y a aplicar la compasión y el perdón en nuestra realidad.
– Invocaremos a Magdalena para que nos guíe por el camino del Amor y eleve nuestra conciencia.
IMPARTE: Helena Felipe (Investigadora de la llamada de Magdalena, Movimiento Magdalena) https://proyectolanuevatierra.com/helenafelipe/
LUGAR: Rincón de Sanación, Valdemorillo (Madrid)
FECHA: Sábado, 27 de abril
HORARIO:
10 a 18 horas Taller Magdalena y Jesús: Amor Sagrado
14 a 16 horas Almuerzo
18 a 20 horas Taller Magdalena Te Llama
APORTACIÓN:
75 euros Taller Magdalena y Jesús: Amor Sagrado
35 euros Taller Magdalena Te Llama
100 euros ambos talleres
QUÉ TRAER: Ropa cómoda y todo lo que te conecte con la energía de Magdalena y de Jesús (fotos, cuarzos, flores…).
INSCRIPCIONES E INFORMACIÓN: Montse (616 294 391) Helena (648 702 207)

La Dama del Agua

Hay dos elementos que, desde la mitología más ancestral, han estado asociados con la energía femenina, con la diosa, con la madre: la tierra y el agua. La diosa Tierra era la diosa Madre que daba vida, y el dios Sol, en contraposición, era el fuego poderoso y procreador, el representante de la energía masculina. El agua, el triángulo acuático, nutría, generaba fertilidad. Los atributos de la tierra y del agua eran inherentes a lo Femenino.

En los lugares sagrados donde se veneraba a la Madre Tierra, se erigía un altar a la diosa. Su culto es el más antiguo de la civilización y predominó hasta la llegada de los arios del norte y sus pautas patriarcales. Eso fue a partir del año 3000 antes de Cristo.

Las cuevas, grutas y hendiduras de la tierra eran consideradas orificios de lo Femenino. En aquellos tiempos, la vida estaba ligada a la naturaleza, y su belleza, su esplendor, su fertilidad dependían del agua que, desde el Cielo, caía a la tierra para hacer renacer cualquier semilla.

Pero el fuego solar se descontroló y creó una Tierra yerma, y la separación de masculino y femenino generó un desierto árido y triste. El planeta, ahora, está sediento del agua de lo Sagrado Femenino, que vuelve a caer del Cielo gracias a que la diosa se vuelve hacer presente. Y lo hace en la energía de María Magdalena. Ella, Magdalena, es el agua, es la Dama del Agua, la Dama del Lago, y viene a despertar lo Femenino en el planeta Tierra, el planeta de la Madre.

Cuando oigo a los autores de género masculino hablar de Magdalena como la encarnación del fuego de Acuario, algo en mi interior se remueve. No, ella no es el fuego, es el agua de Acuario, es la aguadora. Imagino que al identificarla con el fuego, lo hacen simbólicamente para representar su poder, pero olvidan el poder del agua. El agua es tan fuerte que perfora la roca, y tan flexible que tiene todas las formas sin dejar de ser agua.

La letra “M” (mem), en hebreo, significa agua, la “M” es la vibración del agua, y el agua de Magdalena es la que sanará la Tierra para que dé más frutos. La fertilidad proporcionada por el agua sagrada de la fuente divina creará la nueva Tierra.

Helena Felipe