La Dama del Agua

Hay dos elementos que, desde la mitología más ancestral, han estado asociados con la energía femenina, con la diosa, con la madre: la tierra y el agua. La diosa Tierra era la diosa Madre que daba vida, y el dios Sol, en contraposición, era el fuego poderoso y procreador, el representante de la energía masculina. El agua, el triángulo acuático, nutría, generaba fertilidad. Los atributos de la tierra y del agua eran inherentes a lo Femenino.

En los lugares sagrados donde se veneraba a la Madre Tierra, se erigía un altar a la diosa. Su culto es el más antiguo de la civilización y predominó hasta la llegada de los arios del norte y sus pautas patriarcales. Eso fue a partir del año 3000 antes de Cristo.

Las cuevas, grutas y hendiduras de la tierra eran consideradas orificios de lo Femenino. En aquellos tiempos, la vida estaba ligada a la naturaleza, y su belleza, su esplendor, su fertilidad dependían del agua que, desde el Cielo, caía a la tierra para hacer renacer cualquier semilla.

Pero el fuego solar se descontroló y creó una Tierra yerma, y la separación de masculino y femenino generó un desierto árido y triste. El planeta, ahora, está sediento del agua de lo Sagrado Femenino, que vuelve a caer del Cielo gracias a que la diosa se vuelve hacer presente. Y lo hace en la energía de María Magdalena. Ella, Magdalena, es el agua, es la Dama del Agua, la Dama del Lago, y viene a despertar lo Femenino en el planeta Tierra, el planeta de la Madre.

Cuando oigo a los autores de género masculino hablar de Magdalena como la encarnación del fuego de Acuario, algo en mi interior se remueve. No, ella no es el fuego, es el agua de Acuario, es la aguadora. Imagino que al identificarla con el fuego, lo hacen simbólicamente para representar su poder, pero olvidan el poder del agua. El agua es tan fuerte que perfora la roca, y tan flexible que tiene todas las formas sin dejar de ser agua.

La letra “M” (mem), en hebreo, significa agua, la “M” es la vibración del agua, y el agua de Magdalena es la que sanará la Tierra para que dé más frutos. La fertilidad proporcionada por el agua sagrada de la fuente divina creará la nueva Tierra.

Helena Felipe

 

 

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