La Francia del corazón crístico femenino -y 4ªparte

El misterioso Rennes Le Chateau y Montsegur sagrado

Nuestro último día de peregrinaje se presentaba como uno de los más mágicos. Era domingo e intuimos que podría haber mucha gente en el pueblo más misterioso de toda Francia. Rennes Le Chateau. Todas las leyendas que rodean a esta pequeña localidad que se sitúa en lo alto de una colina están relacionadas con el supuesto tesoro que su párroco, Berenger Saunier, encontró en un pilar de la iglesia mientras la reformaba en 1891. Lo que contenían los pergaminos encontrados en ese pilar forma parte también de la leyenda, pero aquellos que seguimos las pistas de los cátaros y de María Magdalena sabemos que tiene relación con su linaje, la descendencia de Yeshua y su amada.

En Rennes Le Chateau, todo gira en torno a la iglesia de María Magdalena.

Rennes Le Chateau es objeto de visita de grupos espirituales desde hace muchos años. Esta era mi segunda vez en el pueblo donde se para el tiempo y quería disfrutarlo sin tener que mirar el reloj. A través de su pintoresca calle central, donde la flor de lis aparece en cada pared junto a las cruces y símbolos cátaros, nos encaminamos a su iglesia.

Calle que conduce a la iglesia de Rennes Le Chateau.
Rincón con la cruz cátara, en Rennes Le Chateau.

Llamar iglesia a este reciento repleto de curiosidades y contradictorias imágenes parece extraño. Allí los ritos que tienen lugar son totalmente paganos, y son los que llevamos a cabo quienes seguimos una espiritualidad que nada tiene que ver con el catolicismo. Buscamos a la maestra María Magdalena en la iglesia de Rennes Le Chatau, y allí, lo que encontramos es un secreto muy protegido, tan protegido que no puede acercarse a él quien no tenga un corazón puro. Incluso la oscuridad del templo indica protección, como el diablo Asmodeo que recibe en la puerta de la iglesia que Sauniére dedicara a María Magdalena.

Fachada de la enigmática iglesia de Rennes Le Chateau.
Asmodeo, en la entrada, como guardián protector.

Al entrar en el templo, nos sorprendió la escasez de luz. El altar estaba totalmente en penumbras. Frente a él, donde destacan las imágenes de unos supuestos María y José cada uno con un infante en brazos, y después de ofrendarle una hermosa rosa rosa a María Magdalena, la llama gemela de Yeshua nos dijo:

“Alabados sean los que vienen a mí a buscar la paz de su corazón y la verdad de su vida.

No te sientes pequeña ante mí, ni en este templo. Todo lo sagrado se puede tocar. Más no se traspasa esta barrera si no se acude a la verdad desde la sintiencia pura del amor. Y cuando sientas que tienes que buscarme, sólo mira tu corazón. Allí tienes la verdad que buscas”.

El altar de la iglesia de María Magdalena es un lugar muy protegido por los seres de luz.
Nuestra rosa de ofrenda a María Magdalena.

Todo lo que construyó el extraño sacerdote en Rennes Le Chateau con el dinero recaudado por mantener en secreto el contenido de los documentos, hallados en el pilar visigodo de la iglesia, hace referencia a Magdalena. Villa de Betania fue el hogar que compartió con su ama de llaves y compañera de vida, y la Torre de Magdala, la biblioteca que levantó a similitud de la que se halla en el pueblo de Magdala.

La Torre Magdala alberga una biblioteca en su interior.
Desde el invernadero de Villa Betania se contempla una bella panorámica.

Después de recorrer el museo Sauniére y sus hermosos jardines repletos de rosales y deslumbrarnos con las vistas desde la Torre Magdala (una panorámica de casi 360 grados sobre los valles y montañas, incluido el enigmático Bugarach), decidimos volver a la iglesia para contemplar la extraña secuencia de santos que forman con sus iniciales el término GRAAL.

Fue un entrar y salir, porque la iglesia estaba ocupada por un grupo de mujeres que cantaban y tocaban un enorme cuenco en forma de grial, y sentimos que no teníamos que estar allí. Justo en ese momento fuimos testigos de un acontecimiento que nos daría la confirmación de lo que habíamos percibido al llegar: alta protección de lo que hay dentro.

La Madeleine de la iglesia de Rennes Le Chateau.

Salimos del misterioso Rennes Le Chatau con la sensación de haber sido testigos de algo muy grande. Nuestro destino, y etapa final del peregrinaje, era el sagrado Montsegur.

Almorzamos en una bonita zona de descanso con la vista del castillo de Montsegur sobre nuestras cabezas. Su impresionante silueta quita el aliento. La peña aislada donde se ubica es uno de los grandes lugares espirituales de la tierra, conocido por el sacrificio de los 220 cátaros que se entregaron a las llamas en marzo de 1244 por no renegar de su fe, después de 10 meses de asedio por parte de las tropas del rey Luis IX, bajo el papado de Gregorio IX ( la cruzada contra los cátaros fue convocada por el papa Inocencio III en 1209).

El castillo de Montsegur domina el pico, de 1.207 metros de altitud.

A pesar de este sacrificio, la energía que envuelve Montsegur no es densa ni de sufrimiento. Al menos, no lo es en toda la montaña, sino en puntos específicos. A la izquierda de la entrada al camino que sube al castillo se encuentra la estela eregida para conservar su memoria. La dejamos atrás para ascender con emoción la montaña.

Inicio del camino de ascensión al Montsegur.

No es un camino sencillo. Por tramos se hace difícil la pisada, a pesar de que se han colocado tableros a modo de escalones. Aún así, nos resultó fácil subir. Mientras poníamos un pie delante del otro invocamos el descenso de la luz divina sobre nosotros y reafirmarnos nuestro deseo de dejar nuestro ego atrás para entregarnos, total e incondicionalmente, al propósito de nuestra alma. Como los cátaros, hicimos voto de convertirnos en vehículos de luz.

Ya estaba avanzada la tarde cuando penetramos en el castillo, cuya construcción fue ordenada por los predicadores cátaros, de forma pentagonal y que era, para la comunidad, un templo iniciático y de meditación. Tuvimos la suerte de no cruzarnos apenas con nadie y poder movernos a nuestras anchas por el interior de la construcción y por el área donde se ubicaba el castro donde vivían los cátaros.

Es impresionante poder adentrarte en soledad en el interior del castillo.
El castro o poblado cátaro se ubica en la parte posterior.

Yo recordaba el lugar exacto donde, la primera vez que lo visité, sentí la mayor sensación de paz. Hasta allí me dirigí para estar unos minutos en meditación. Y esto llegó:

“El camino bueno es el camino tras perdonar. Y el perdonar transforma cualquier clase de maldad. Aún la desconocida se puede, orando, transformar.

Vive cada día en la pureza de corazón de esta Hermandad. Vivimos y amamos y aquí eso vibra aún. El sacrificio sólo fue una experiencia más. No somos eternos sólo por amar, somos eternos al avanzar en Unidad.

Vive cada día en Hermandad.

Cátaros y hermanos te saludan. Ve en paz”.

En el lado este, justo bajo el castillo, encontré el rincón con la energía más serena.

Cuánta sabiduría en ese pueblo de seres de conciencia elevada. Nos maravillamos al recorrer el perímetro del castillo y notar los vórtices de energía en lugares muy precisos. No es de extrañar si tenemos en cuenta que las paredes y aberturas fueron realizadas siguiendo una serie de alineaciones con los signos del zodiaco y las constelaciones.

En el interior de la torre del castillo hay un poderoso vórtice de energía.

Bajamos con la luz del atardecer. La tarde estaba nublada y fría, pero no quisimos despedirnos sin hacer nuestro agradecimiento a las almas cátaras en la estela conmemorativa. Su entrega formó parte de la trasmisión de la consciencia crística a la Humanidad. Sus enseñanzas, las enseñanzas que les legó María Magdalena, a la que veneraban como el cristo femenino, quedaron plasmadas en la memoria colectiva.

Honrando la entrega y la iluminación de las almas cátaras en la estela de reconocimiento.

Nos quedaba aún energía para un paseo por el pueblo de Montsegur. Su museo ya estaba cerrado, pero no queríamos dejar de ver las casitas de este antiguo cantón, con su típico aspecto arquitectónico. Entre las estrechas calles, únicamente se oía el correr del agua en los tres lavaderos que encontramos. Todo invitaba al recogimiento.

Salimos de Montsegur prometiendo volver, porque allí todo nos recordaba a una vida pasada, y esas memorias pulsan por salir cuando pones intención y luz.

Aún nos quedaba una última noche en nuestra aldea. La mañana de nuestra partida amaneció envuelta en niebla, la misma niebla que protege siempre a los lugares sagrados, y con una buena lluvia, así que no pudimos mirar hacia atrás para despedirnos de Rennes Le Chateau, majestuoso allí en su colina, pero nos despedimos con una sonrisa, porque sabemos que “todo es perfecto”.

Occitania nos despidió envuelta en niebla.

Este peregrinaje al corazón crístico femenino ha sido un viaje al pasado en presencia y un trabajo energético bello y poderoso. Cada día fue un sumar de símbolos, códigos, mensajes y recuerdos. Tanta magia nos hizo reírnos un día a carcajadas a mi sabia hermana mayor y a mí.

Ya en casa, y con el paso de los días, aún siento que parte de mi alma sigue allí, así que he aprovechado para escribirlo todo antes de volver a poner toda mi energía en el día a día. Sólo puedo decir que el agradecimiento por lo vivido es inmenso y que el Sagrado Femenino ha encarnado en mí de una forma que no podré alcanzar a explicar ni con palabras ni con gestos.

Bendiciones.

Helena Felipe.

La Francia del corazón crístico femenino -3ª parte

Terminó en Saint Maximin la Sainte Baume el periplo por la Provence. Tras un breve paseo por la calle principal del pueblo, volvimos a la carretera para seguir ruta a la región más misteriosa del sur de Francia: Occitania – Languedoc.

La primera parada fue Carcassone. En esta hermosa ciudad amurallada, cuyo conjunto arquitectónico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, está impresa también la huella de María Magdalena. También en esta ocasión, entramos por la puerta de Narbona, el arco que se alza al este entre dos torres almenadas, para ser recibidos por la estatua de una mujer de vientre abultado, nuestro Cristo femenino, a la que, por el paso de los siglos, le faltan los dos brazos.

María Magdalena nos recibe en la Puerta Narbona de Carcassone.
Las tiendas de suvenirs ocupan las turísticas calles.

Dejando para el final el paseo turístico entre la multitud de tiendas de suvenirs, nos dirigimos hacia la espectacular basílica de estilo románico-gótico de Saint Nazaire. Como toda iglesia con rosetón, lo que allí se respira es energía femenina, pese a la advocación del templo a Saint Nazaire. Su colección de vitrales es de una belleza suplime, pero cada rincón es aún más digno de alabanza. Mi alma detiene mi cuerpo ante una bellísima Santa Anna, abuela de Yeshua, mujer de alta sabiduría y maestra esenia, y ante una imponente Juan de Arco, la omnipresente Juana de Francia.

Vidrieras que rodean el altar mayor de la iglesia de Saint Nazarie, en Carcassone.
La bellísima Santa Anna de la iglesia de Carcassone.

Guiados por otra sabia mujer, mi hermana mayor, seguimos la práctica taoísta de entrar a un templo por su canal central y detenernos a la izquierda o a la derecha frente al altar. Allí, los cuatro sentados, pudimos impregnarnos de la suave y pacífica energía femenina de esta maravillosa basílica y deleitarnos con los rayos que se filtraban por sus mágicas vidrieras.

Entre tanto movimiento alrededor, pudimos entrar en la calma precisa para recibir: «Cada código aquí anclado te lleva a experimentar la conciencia crística en unidad. Cada código aquí encriptado le habla al que mira, al que escucha, al que está en silencio, al que desea ir más allá, más alto, más allá de la contemplación».

Tras un escueto y frío paseo entre turistas, seguimos la ruta hacia la aldea que nos serviría de nexo entre los tres pueblos del triángulo esotérico de Occitania: Coustoussa.

De nuevo llegamos con la luz del atardecer, esa luz que da un aire aún más misterioso a la campiña francesa del departamento del Aude donde se enclavan el pico Bugarach, el místico Rennes Le Chateau y la energética Rennes Les Baines.

Bugarach, la tierra, y Rennes Les Baines, las aguas

Subir al pico Bugarach es una actividad propia del aficionado al senderismo, porque sus 1.230 metros requiere más de hora y media de ascenso y otras tantas de bajada. No era nuestra intención llegar a la cima, sino conocer de cerca una de las montañas más esotéricas del planeta y dejarnos llevar por su mística energía.

En mi anterior viaje al sur de Francia, el Bugarach quedó fuera de la ruta, así que esta iba a ser mi primera experiencia en el antiguo volcán que, según la leyenda de la zona, custodia el gran tesoro de los templarios. Quizás por ser la primera vez, esta vivencia fue la que más marcó a mi alma en este hermoso peregrinaje.

El Bugarach es una de las montañas más magnéticas de la Tierra.

Había oído y leído todo lo relacionado con el Bugarach: que es puerta al mundo intraterreno de Agartha, que tiene vórtices y portales que comunican con otras dimensiones, que representa la unión de las energías femeninas y masculinas, pero a mí, que sigo el Camino de la conciencia crística, lo que me movía hacia él era su relación con la comunidad esenia y albergar la ciudad etérica de la luz dorada de Yeshua y María Magdalena.

En el sendero donde se inicia una de las vías de ascenso, decidimos subir hasta donde llegáramos. Es accesible con facilidad, de hecho, nos encontramos familias con niños que emprendían la subida con determinación. Nada más emprender el ascenso, nos embargó una sensación de profunda paz y alegría.

Atravesando el bosque, a los pies del Bugarach.

Todo alrededor era de una belleza inconmensurable. Prados florecidos, árboles muy antiguos, piedras con símbolos de geometría en la roca y el bosque que flanquea el camino hacia la cumbre…, un bosque de hayas, robles, abetos y “boixos” que te va llevando, envuelto en su sutil energía, en volandas hacia la cumbre. Al menos, así lo sentí yo. La frecuencia oro rubí me rodeó desde el principio y de ahí surgió un cántico dedicado a Anna Mariam, la matriarca y gran maestra esenia de la pequeña comunidad que hace mucho residió en las faldas de la montaña.

Hayas en el camino de ascenso a la cima del Bugarach.
Símbolos de la Nueva Era grabados en las rocas.

Cuando empezó a llover decidí no seguir el ascenso. No tenía la necesidad de llegar al pico, pese a las maravillosas vistas de 360 grados que pueden disfrutarse desde este macizo de Corbiéres. El descenso tenía que hacerse con sumo cuidado porque las piedras resbalaban, así que puse mucha atención en cada paso y en cada recodo del camino. La intuición de mi pareja le había llevado a apartarse en la bajada hacia un saliente, y allí, nos deleitamos con la enrome cueva de profundos agujeros que se presentó ante nosotros. De nuevo, el Sagrado Femenino haciéndose presente.

Orificios que simbolizan el Sagrado Femenino en las paredes del Bugarach.

Desde allí, contemplé extasiada el valle y la meseta.

En un saliente del Bugarach, contemplando la belleza del valle.

Mientras bajaba distinguí una manada de caballos que pastaba cerca, así que decidí acercarme a ella para sentir la pureza de los hermanitos equinos. El prado que los rodeaba estaba cercado por florecidos arbustos de espinos blancos, una especie que me volvió a conectar con la familia esenia. El espino blanco es un guardián protector, es el árbol de las hadas y tiene la inmensa misión de ser una planta portal al Yo Superior. Sentada delante de un magnífico ejemplar entoné una suave melodía.

El espino blanco es un guardián protector y hay muchos alrededor del Bugarach.

Tras el almuerzo campestre a los pies del Bugarach, tomamos rumbo a nuestro siguiente destino: la fuente donde bautizaba María Magdalena, en las afueras de Rennes Les Baines. Se la conoce como Le Benitier, el lugar donde se unen el río salado llamado La Sals y el río la Blanchette, que nace en las montañas del Bugarach. No está señalado, pero no teníamos ninguna duda de que la maestra nos guiaría hasta allí. Era el momento de hacer nuestra iniciación a través del agua.

El río en el que bautizaba Magdalena, a las afueras de Rennes Les Baines.

Todo era dorado, el agua, la luz, la arena…Cruzamos el torrente descalzas y pisando con mucho cuidado sobre el lecho del río para llegar al otro lado, donde otro rincón mágico nos esperaba. Tras una enorme y antigua haya, un pequeño banco de piedra se situaba frente a un pequeño chorro de agua que caía sobre la tierra húmeda y naranja. Tal es la concentración de hierro en este manantial, que todo tiene ese color.

En la fuente de María Magdalena hay abundancia de hierro.

Pisando sobre esa tierra encharcada, María Magdalena nos dio la bienvenida a lo que llamó “su santuario”, y nos invitó, después de colocarnos, a mi amada hermana mayor y a mí, “el manto de la rosa”, a volver al lecho del río para “beber el agua para integrar su frecuencia”. No es posible trasladar la emoción de nuestros corazones en esos momentos, pero completamente decididas a seguir sus instrucciones volvimos a introducirnos con mucha cautela en el agua y, cada una, de manos de la otra, nos entregamos a la bendición de su frecuencia a través del líquido elemento.

Recibiendo la frecuencia del agua en el río de María Magdalena, su bendecido regalo.

Este fue el primer regalo otorgado. El segundo llegaría al día siguiente en Rennes Le Chateau.

Pero aún quedaba tarde por delante, así que nos dirigimos a otro espacio fascinante: la Fontaine des Amours. A solo unos minutos de distancia en coche, descubrimos estas piscinas naturales creadas por las rocas y cuya energía invita a la meditación. De nuevo, serenidad y belleza en torno a los que nos encontramos en el lugar. El agua, absolutamente helada, no invitaba a un baño, pero sí a la contemplación.

Otro potente vórtice de energía, la Fuente del Amor.

Ese fue el día de las aguas, porque todo en Rennes Les Baines habla de ellas. Sus termas son muy famosas y visitadas, así que nos dirigimos al pueblo para verlas. Recorrimos un bonito paseo al lado del río hasta el chorro caliente de la zona termal. Justo unos metros antes, y frente a una enorme roca plana que interrumpe el fluir del agua, un nuevo y poderoso vórtice nos sorprendía. El código que me llegó: intrascendencia.

Las termas de Rennes Les Baines son muy famosas.

Aún quedaba un poco de luz vespertina cuando aparcamos en el parking del castillo de Arques. Es una obra de arte gótico del siglo XIII que permanece intacta. Estaba cerrado, pero solo a unos metros de su puerta principal percibimos la intensidad del vórtice de energía. La puerta está en línea recta con la alta torre de más de veinte metros de altura situada en el centro del castillo. Es esa torre la fuente de la energía tan poderosa que notamos.

Ya el camino que lleva a la entrada del castillo de Arques nos anunciaba la mágica y potente energía del lugar.

Todo el recinto, que sufrió graves daños durante las cruzadas contra los cátaros, fue construido bajo los principios de geometría sagrada. Lo rodeamos y, lo más cerca que pudimos de la torre, realizamos una práctica de energía.

La Torre del castillo de Arques, construida en base a los principios de la geometría sagrada.

Arques vine de “arca”, y la leyenda de la zona dice que es tierra santa porque fue receptáculo de la palabra de Yeshua, de las enseñanzas que María Magdalena extendió gracias a la escuela que creó y que sirvió como base de operaciones.

El día más bello hasta ese momento, con las vivencias más relevantes para mi alma, acababa con la mirada puesta en lo que nos esperaba al día siguiente en Rennes Le Chatau.