El Camino del Amor

La verdadera misión de Jesús al encarnar en Judea hace más de dos mil años no fue crear una nueva religión. Él, como avatar de la nueva era de la Conciencia Crística, como el Cristo de la era en la que nació, vino a crear un camino hacia la unidad a través del amor incondicional. En esa sagrada misión no estuvo solo. La suya era una tarea compartida con su llama gemela, María Magdalena. Ambos anclaron esa energía de amor, de alegría y de compasión con su propia unión, la unión sagrada de lo Masculino Divino y lo Femenino Divino. El de Jesús y Magdalena fue un vínculo espiritual y físico, pero, lamentablemente, su historia no fue contada con la verdad.

Las enseñanzas de Jesús versaban sobre la igualdad (entre sus seguidores nazarenos se contaba a mujeres que podían impartir los ministerios igual que los hombres), el perdón, la misericordia y la unidad. Estas mismas enseñanzas conformaron el pilar de la corriente que su amada, María Magdalena, expandió por el sur de Francia y de Britania tras la pérdida de su compañero y maestro. Yeshua (Jesús) le encargó esa tarea, continuar la misión, y trasmitir y hacer conocer el Camino del Amor a todos los seres humanos.

A pesar de que la vida de Magdalena, el avatar femenino, fue denigrada y olvidada, la semilla del Camino que creó junto a Yeshua quedó firmemente plantada y, hoy, en plena era de Acuario, es momento de recoger los frutos. Estamos asistiendo a un profundo movimiento de transformación que incluye el reconocimiento y puesta en valor de lo Femenino, con el fin de que, de nuevo, los senderos de lo Femenino Divino y lo Masculino Divino se fusionen, y equilibren y armonicen la vida en la Tierra.

Ya no más separación, no más hablar de Masculino por un lado y Femenino por otro. Este es el tiempo de la unidad, esa unidad que refleja nuestro origen divino y que nos conduce de vuelta a casa, al hogar, a Madre-Padre Dios.

Helena Felipe